viernes, 24 de julio de 2015

EDICTOS DIVINOS

Gaviola
Foto de Cristóbal Triguero (Aromma de Mágina)

-Oye, Dios, oye, Dios, oye, Dios…, ¿se puede saber dónde Te has metido con la que hay liada?
-¡Fiu fiu!, ¡Ey!, ¡Aquí, en la alberca!, ¿y Yo, puedo saber qué tripa se te ha roto?
¡Ay, menos mal que te encuentro! Dime, anda, dime: ¿dentro de mis facultades está la de dictar bandos y edictos?
-¡Ay, mira, “diosSi”, que hace muchísimo calor para encerrarnos ahora en la oficina en plan munícipes recién estrenados empaquetando órdenes! Por cierto: ¿me permites llamarte “diosSi” que es más corto y más asertivo que lo de “diosEsa”?
-¡Ni se te ocurra, Jefe! Que me tengo yo bien aprendido que, quien le pone nombre a algo o a alguien, se hace el amo del algo o del alguien. Y si no, no tengo más que echarle un vistazo a lo de cuando te dio por crear el mundo e irle poniendo nombres a todo. ¡Halaaa! ¡T’o Tuyo! Como si el pueblo fueras Tú…
-¡Que poca correa tienes, hija! Eres más tiesa qu’el palo de una escoba.
-Y Tú más escurridizo que los “largartos” del Barranco de La Muerta. ¿Tanto trabajo te cuesta decirme si tenemos derecho a dictar edictos?
-Lo que me incomoda de ti es que hayas llegado al puesto de “diosEsa” sin haberte molestado un poquito en especializarte en cuestiones divinas. Si es que pareces una política, hija, con tantos humos como ignorancias…
-¡Mira, los humos ni me los mientes! Y a lo que iba: ¿puedo dictar un bando, sí o no?
(¡Más cabezona que un borrico sin castrar!, que, como dicen en su Pueblo, cuando un borrico así coge una linde, se acaba la linde pero el borrico sigue).
-Que conste que estoy oyendo lo que esTás pensando. Y si yo soy una jumenta, Tú eres el responsable de lo que yo soy por hacerme como me hiciste. Y eso sin contar con lo que yo he mejorado Tu obra en lo que he podido, pero…
-¡Oye, oye, oye! Hasta ahí podíamos llegar. Ni yo “te hice” tal cual, ni creo que tú hayas mejorado nada que ya no tuvieras. Así que, un respeto.
-Pero, “DiosMío”, por lo que más quieras, vamos a dejarnos de chácharas, que se nos quema el Monte sin poner correctivos.
-¿Qué monte?
-¡Pues cuál va a ser! El Monte, con Mayúsculas. El Único, el Aznaitín, que está ardiendo como un leño pascual.
-¿Y qué quieres que Yo le haga, si por allí me salisteis irrefrenables hasta para encender lumbres? ¿Eh? ¿Qué quieres que haga? ¿Qué me ponga a cascar huevos y les monte una nube que crean que  me he desdicho de lo del arco iris y que he empezado otro “DiluvioUniversal”?

Imagen de Internet.
Imagen tomada de Internet, que redirige a su origen

-¡Que no va por ahí la cosa! Que mis paisanos ya saben cómo apañárselas para apagar el fuego. Pero, antes de que la cosa se eche al olvido, quisiera una servidora dictar un bando.
-No sé qué tiene que ver una cosa con otra, pero…Pues díctalo. Para eso eres “diosEsa”. Pero, ¿qué necesidad tienes de sacarme a Mí de la alberca cuando la escribidora eres tú.
-Pues…verás, es que he pensado…he pensado…he cavilado yo y me he dicho…¡Vaya que hay que escarmentar a quien sea!
-¡Hija, acaba, o nos dan las uvas y tengo que ponerme a apañar el belén para que ElCaval no se me enfurruñe!
-Pues, miRa: aquí tienes el Bando:

   EDICTO
Se requiere a todiquitico el personal  de los alrededores
del CERRO AZNAITIN
para que mañana cambien las sábanas de sus catres
Y ¡SIN ENJABONARLAS!
Las saquen a los balcones tal cual amanezcan

 La-diosEsa

-¡Por Dios! –Digo- ¡por Mí!: ¿Pero, se puede saber qué mosca te ha picado para que te entren esos afanes por saber cómo percude cada cual sus sábanas?
-No, hijo –digo, Padre- no; que no es lo que te estás pensando. Que me importa una perrilla qué haga el personal cuando se mete en el catre. Que yo voy por otra trocha.
-¿Otra? Pues no hay que ser muy mal pensado para echarse a pensar lo que Yo he pensado. Pero te escucho: ¿Cuál?
-Pues mira, “DiosMío”, que el Cerro, ya sabes, el Aznaitín, se está quemando de una manera muy rarísima; como si, a pesar de que ya no se gastan esos menesteres, se hubieran puesto a quemar rastrojos por los cuatro puntos cardinales al mismo tiempo; lo cual, que no es juicioso pensar que se haya armado semejante lumbre por sí sola por mucha solanera que hayamos puesto Tú y yo este verano.
-¡Yo no, que estoy Excedente! Pero sigue, que me parece a Mí que no tienes apaño. ¡Mira que mandar colgar sábanas usadas de los balcones sin tener programada ninguna procesión…!
-Pues eso, Dios, que la cosa no va de procesiones sino de comprobaciones. ¡Hay que saber si alguien la ha liado…
-¿Y pretendes saberlo con una colgada balconera de sábanas sin lavar?
-En mi tierra tenemos nuestros recursos sin necesidad de “Inquisiciones”. O es que no saBes que en mi Pueblo, cuando yo era chica, me decían: “Nena, que no juegues con las ascuas, que los chiquillos que juegan con las ascuas se mean en la cama”?
-Ingenioso sí que parece…
-¡Y te juro, DiosMío, -aunque esté mal jurar en tu delantera-, que, como vea yo una sábana meada en un balcón, me voy a la herrería de Juan Francisco, agarro un tizón, pero de yerro al rojo vivo, y…y…y…!
-¿Y qué?
-Pues que lo convierto en un SanSebastián asado por un solo sitio, en lugar del “vuelta y vuelta”: por donde los pepinos amargan y la espalda pierde su honesto nombre.
-¡Uf! Sí que parece que estás escocida, “diosEsa”. ¡Vale! Como quieras. Pero luego no me eches a Mí las culpas si las que aparecen con manchones amarillos son  tus propias sábanas, por ponerte a jugar con el fuego de la herrería. Yo, lo de las sábanas en los balcones, me lo pensaría dos veces.
(“¡No te digo! Pero mira que el Jefe tiene mañas para desmoralizarme, en cuanto se me ocurre algo que no se le había ocurrido a Él primero”.)

En “CasaChina”. En un 24 de Julio de 2015